viernes, 11 de julio de 2008

Crónica de Girando con Girondo. Proyecto: Poesía en la calle.

Crónica para ser leída en el tranvía
Por: Nicolás Rigaudi
La ausencia de tranvías en la ciuad de Paraná no nos impide atravesar los poemas y escritos de Oliverio Girondo, audaz poeta de erótica pluma, creador de los “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”. Por el contrario, la impudicia de su obra, tanto mas necesaria cuanto mas previene el cáncer por opresión del eros, sobreviene como antídoto contra los anquilosamientos literarios de la universidad, pues, la poesía desafia a la universidad, y Girondo desafía a la poesía. Pero en este juego de confío y desafío ganan todos: la universidad por contar con fronteras mas abarcadoras; el lenguaje por su plasticidad para acceder a las intenciones de los sujetos; y los sujetos por liberarse de las cadenas que lo sujetan a objetivas estructuras que lo vuelven objetos sujetos a subjetividades enajenantes y objetivizantes. Promiscua relación carnal entre poesía y ciencia se llevó a cabo este jueves al mediodía, sin antes haber comido nada más que un sandwich en el tranvia. Con el auditorio Rodolfo Walsh atiborrado de jóvenes, fue presentado el espectáculo Girando con Girondo, una producción del Proyecto de Extensión “Poesía en la calle”, de la Secretaria de Extensión de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCE) de la UNER. Ambientado en la Buenos Aires de los años '20, la teatralización propuesta por los artistas reprodujo la interioridad de un programa de radio, bastante especial, denominado La Chaveta. En esta ocasión el programa se complacía en invitar al poeta Oliverio Girondo, para -según precisó su locutora- “contarnos los reveses de su pluma”. Lo cierto es que el Girondo aquí presente propinó reveses a diestra y siniestra entre el público, siempre a través de las palabras que agrupadas en poemas y textos, arrojaron estímulos para todos los sentidos. Las más diversas imágenes olfativas, sonoras, visuales, táctiles y gustativas se sucedieron sin permitir apenas respirar entre una y otra. Risas elevadas al llanto, carcajadas ahogadas por vómitos, volutas de perfumes dulces como las nalgas de las jóvenes que tanto gustaban al mismísimo Girondo, hasta la geografía de los cuerpos desnudos ante la palabra. Todo ello, y sin pestañar, fue volcado al auditorio con suiza perfección, azucarado por la alegría de compartir tamañana proeza lírica, estética y erótica. Oliverio Girondo, protagonista ausente, eterno buceador de las palabras, artista plástico del lenguaje, protagonizó una empresa -entre tantas de las que realizó- por demás compleja: introducir el sexo y lo erótico en las manifestaciones culturales de la época, que no es poca cosa si se tiene en cuenta los recientes años vinte del reciente siglo XX, jóven cambalache. Del mismo modo, pero ataviado por el polvo de las estrellas y las mariposas pegajosas que se encontró es su camino, el Oliverio Girondo de la tarde del jueves, nombró sexo entre las paredes de la universidad, las cuales se estremecieron levemente, como lo hacen las mujeres del abrrio de Flores cuando los hombres le eyaculan palabras al oído, si de girar términos girondianos se trata. Acompañado por un elenco jóven y floreciente, Arturo Firpo, inusual Secretario de Extension de la FCE ofreció un Girondo embelesado con la propia vida. Siempre alegre, las mariposas adheridas a su traje parecían aletear y elevarlo unos centímetros cuando este pronunciaba algún poema de esos que siembran jovialidad. A su lado, ofrecían su belleza y ánimo tres señoritas con polleras de tiro alto: Magnolia Plaza (Mariana Bolzán), Mandolina Flores (Emilia Elizar) y Camelia Sinmiedo (Camila Fernández). Por último Juan Carlos Izaguirre auspicio el papel de Florencio Céspedes, ocurrente locutor del programa radial y atento galan de fracasos espléndidos. Cachencho Taborda y Violeta Parla (Roberto Viglione y Soledad González) asistieron desde la producción, operación técnica y musicalización del espectáculo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leer el mundo blog, bastante bueno